Del latín scriptūra, el concepto de escritura está vinculado a la acción y las consecuencias del verbo escribir, que consiste en plasmar pensamientos en un papel u otro soporte material a través de la utilización de signos. Estos signos, por lo general, son letras que forman palabras.
Puede entenderse a la escritura como un sistema que, mediante ciertos signos gráficos, permite la materialización de una lengua. La escritura, de este modo, posibilita desarrollar un tipo de comunicación cuyos antecedentes más remotos tienen más de 6.000 años.
Puede haber dos escrituras similares, pero no iguales. Y esto es así por la propia complejidad del acto. Depende de muchos aspectos: superficie, tipo de utensilio, estado anímico, edad, estado de salud, etc. La ventaja de este método es que al quedar plasmada en papel, la escritura se puede analizar siempre que se desee.
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