Leyes de la escritura (III)

 

LEYES DE PROYECCIÓN

LEY 5. La escritura es producto del consciente en su parte conceptual y del inconsciente en su parte gráfica o mímica, reproduciendo el enlace entre consciente e inconsciente en una única manifestación.

Nuestra forma mental nos hace concebir todo en términos de espacio y tiempo y nos obliga, por tanto, a determinarlo todo en símbolos extraídos del tiempo y del espacio.

Debido a ello se produce en el inconsciente, en virtud de las leyes freudianas de condensación, discolocación y traducción en imágenes visivas, un instintivo y estrechísimo enlace entre el pensamiento concebido y el pensamiento escrito o en trance de serlo. Ante el esfuerzo por expresar por lo escrito con la máxima fidelidad el pensamiento, éste estrecha ulteriormente esta unión y hace más evidente la sensación de identidad entre el pensamiento concebido y el pensamiento materializado (escrito), de modo que en éste se reproducen no tan sólo los conceptos (que, sin embargo, denotan la habilidad que en ellos determina la posible falta de instrucción), sino también los modos personales del pensamiento, es decir, de la psique, los cuales se manifiestan en la impresión del modelo caligráfico que nos inculcaron en la escuela, y en las huellas que caracterizan fielmente la fuerza deformadora existente en la tonicidad nerviosa personal, que traduce y reproduce como un eco las características psíquicas del inconsciente.

Esta fuerza deformadora se presenta como una fuerza rebelde al pensamiento y a la manera de ser ajena, reafirmando la individualidad.

 

LEY 6. La fuera motriz de la escritura se articula en velocidad y en frenos para crear y asegurar la forma y la legibilidad.

La escritura es “necesaria” al hombre para que podamos, a través de sus símbolos, recoger y mantener la enorme riqueza de nuestro pensamiento. La velocidad del pensamiento articula tal fuerza motriz en impulsos veloces, pero la necesidad de releer y comprender lo que escribimos hace necesario frenar esta velocidad hasta el límite necesario para clarificar lo escrito. Cada persona tiene su punto más o menos oscilante de conciliación entre la velocidad y la claridad en su escritura.

 

LEY 7.  Cuando escribimos un renglón o trazamos una letra, palabra, etc., distribuimos de forma personal la energía que teníamos en el impulso grafomotorio. El impulso psicomotor toma el movimiento del cerebro que está impregnado de todas las características dinámicas del yo y lo traduce en un gesto o impulso grafomotorio.

Los signos deformados con relación al modelo son signos que caracterizan la fuerza deformadora del inconsciente.

 

LEY 8. La distribución de la energía está condicionada por los estados emotivos. La intensidad de la deformación corresponde a la intensidad de la fuerza deformante. La modalidad de la deformación corresponde a la modalidad de dicha fuerza. Por eso la letra escrita por el mismo sujeto no resulta idéntica.

 

LEY 9. La palabra pronunciada es el símbolo sonoro de un concepto mental y real de la palabra escrita. La palabra escrita es el símbolo de la palabra pronunciada.

Como la palabra pronunciada se coloca en el ambiente humano, así la palabra escrita se coloca sobre el folio que es, por tanto, el símbolo del ambiente humano. El modo con el cual el escribiente se comporta sobre el folio y coloca sobre él la palabra escrita, es el símbolo del modo con el cual el escribiente se comporta en el ambiente y coloca la propia personalidad con sus expresiones y acciones.

 

LEY 10. La escritura personal no es un fenómeno estático, cae dentro del campo de la variación como efecto de la evolución en la edad fisiológica y la impronta que dejan las experiencias y las vicisitudes en la psique, en correspondencia al deterioro psiconervioso de la personalidad por efectos irreversibles de traumas o por envejecimiento.

 

LEY 11. Los impulsos grafomotorios a nivel inconsciente tienen un componente coactivo y un componente electivo, prevaleciendo el coactivo; sin embargo hay letras, preferentemente las mayúsculas, que aumentan la prevalencia de la electividad.

Si a concebir una letra o cualquier elemento escritural de una forma distinta, pensamos que estamos haciendo una libre elección, caemos en un error basado en el pensamiento erróneo que la escritura sería un producto de la voluntad consciente. En realidad nuestros gustos están fijados en nosotros, son preexistentes, al momento en el cual adquirimos conciencia de los mismos.

 

LEY 12. La deformación impresa en el modelo caligráfico es característica de la fuerza deformante articulada y fundida en el impulso psicomotor y después grafomotor que tiene poder simbolizante y alusivo a tales características, que son las características del inconsciente.

Ante la duda de si dictados y copias son igualmente productos del inconsciente, hay que contestar que a pesar de que no son nuestro pensamiento propio, les falta el esfuerzo por realizar la máxima fidelidad en lo escrito al propio pensamiento y falta también la identificación entre el propio pensamiento y cuanto se escribe. Sn embargo, y no por ello, dejan de ser una clara manifestación del inconsciente, pues vemos que entre los textos escritos por una única persona en dictado, copia o modalidad libre, las diferencias son pequeñas. Ya que el reflejo escribiente no pierde nada de su automaticidad.

 

LEY 13. La modalidad de la deformación alude a la dinámica de la fuerza deformante; la intensidad indica la intensidad con la cual la fuerza deformante actúa. La fuerza deformante vence a la fuerza que quiere seguir el modelo, cuando la primera es mucho más fuerte.

 

LEY 14. En nuestra mente consciente existe solo el modelo caligráfico. En nuestro inconsciente existe el impulso psicomotor destinado a volverse grafomotor, asignado a cada letra o parte de letra, pero siendo susceptible de modificación por interferencia de la vitalidad del inconsciente.

En consecuencia, cuando queremos controlar nuestra escritura, cambiamos el aspecto hacia el modelo caligráfico, dejando nuestra escritura libre de controles de modo que ésta cambia hacia la asunción integral de estímulos o empujes psicomotores traducidos en grafomotores.

 

LEY 15. Los impulsos psicomotores traducidos en impulsos grafomotores llegan muy disturbados por las prisas cuando se escriben apuntes, y de otra parte, se puede notar la variabilidad de la escritura según sea el destinatario del escrito, tendiendo a acercarse demasiado al modelo caligráfico cuando el destinatario del escrito aumenta en nuestra particular escala de consideración o cortesía.

 

LEY 16. El aspecto de la escritura puede verse disturbado por las sensaciones de incomodidad derivadas del contacto de la pluma sobre el folio, por la no correspondencia de la pluma a las necesidades de nuestro movimiento escribiente o por defecto del folio.

Otras interferencias accidentales pueden ser producidas de hecho por factores que se den en el ambiente en el cual se escribe.

 

LEY 17. El saber que la escritura que estás realizando será valorada psicológicamente produce interferencias ansiosas y, en aquellos que conocen la psicología de la escritura, inconscientes tentantivas de modificar signos relativos a defectos personales.

 

LEY 18. Las interferencias emotivas inciden sobre la escritura en la medición un 7%. Si, sin embargo, las variaciones pueden ser también muy amplias.

 

LEY 19. El signo gráfico debe ser hecho sobre un folio blanco, son necesarias por lo menos 12 renglones. En los primeros renglones notaremos un acercamiento mayor al modelo caligráfico, cuando después la velocidad del pensamiento es más o menos igual a la de la posibilidad del trazado, la escritura se separa del modelo caligráfico y recibe mejor los impulsos psicomotores, traduciéndolos en impulsos grafomotores. Cuando después la velocidad de la formación del pensamiento se torna excesiva aumenta la carga pasional, y ésta invade los impulsos psicomotores, desordenando las características genuinas de los impulsos grafomotorios normales. Son muy importantes los renglones centrales porque en esta zona la escritura es más verdadera y espontánea.

Autor: Ofelia Lema

Criminóloga y perito judicial. Experta titulada en pericia caligráfica y grafológica. Técnico en mediación, negociación y resolución de conflictos. Formadora en oratoria y técnicas de comunicación. Todo profesional de la criminología es un científico analítico de profunda formación interdisciplinar que evalúa tanto los problemas derivados del delito como el análisis de la realidad penal para prevenir el mismo. Es, en fin, un estratega de la prevención y represión de los fenómenos delictivos y un diseñador de supervisión social ajustado a la compresión del delito, el delincuente, la víctima, los métodos de control social y el entorno existentes en este complejo campo.

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